Nos levantamos y ponemos rumbo al Monoprix de Saint-Michael, que tenía apuntado por tener variedad de comida preparada y zona para sentarte a comer. No sé si mereció la pena el desplazamiento pero desayunamos estupendamente.
Había una maquina de zumo de naranja que te exprimía y envasaba en el momento. 33cc de zumo de naranja recién exprimido por 1,50€ y bollería por 1-2€. ¿Qué más podemos pedir? En cualquier bar de España ya te vale eso o más.
Parar aquí nos vino que ni pintado cuando empezó a llover. Tan solo tuvimos que añadir un paraguas a la cesta. Al ser un supermercado, hay un poco de todo.
Tras el desayuno teníamos pensado subir a la Torre Eiffel a primera hora, pero viendo el panorama y lo lento que nos estaba pareciendo ya los desplazamientos… Decidimos ir a la zona de la Opera (preciosa por cierto), donde comenzaba nuestro Free Tour por Paris.
Como el tour no empezaba hasta las 11, y las entradas a la Opera no empezaban hasta las 11.30, aprovechamos para ir a la terraza de las Galerías La Fayette para ver París desde lo alto. Es gratis, y aunque no sean las mejores vistas de la ciudad, pudimos ver la Torre Eiffel de lejos! Ya quedaba menos para nuestro encuentro. Esta ciudad me empezaba a enamorar…
Este tipo de tours son algo muy muy recomendable para iniciar tu visita. Edgar, nuestro guía, nos explico muchísimas cosas sobre la historia y la arquitectura de París. El recorrido fue muy ameno, aprovechamos muchísimo el tiempo y nos encantaron sus explicaciones.
Recorrimos la calle de la Paix, llena de boutiques prohibitivas para la mayoría de los mortales, cruzamos la plaza Vendôme, donde está el famoso hotel Ritz, atravesamos el jardín de Tullerías para llegar al Louvre y finalmente atravesamos el Pont Neuf (o puente nuevo) para ver Notre Dame, esta vez de día.
Como siempre, recordad que estos tours no son gratis del todo. Al final se debe dejar una propina, acorde al valor que tú le des al tour y al trabajo del guía, ya que ellos viven de eso.
Al terminar, el guía nos acompaño hasta el barrio latino, donde habíamos estado la noche anterior, pero tras varias vueltas no nos decidimos y acabamos en el mismo lugar de anoche. Esta vez para comer un menú de creps. Es decir, una crep salada, con bebida, y una crep dulce de postre por 9,90€.
La tarde empeoraba con la lluvia. Ya teníamos los pies algo mojados y menos mal que llevábamos chubasqueros y paraguas. Pero para hacer fotos era imposible, por lo que decidimos hacer alguna visita a cubierto. Así que nos fuimos para las famosas Catacumbas de París.
Llegamos a la parada de metro Denfert-Rochereau, que esta justo al lado de la entrada a las catacumbas. Y ya desde la salida del metro vimos la cola para entrar. No era una sorpresa, ya sabia que se formaban colas enormes, pero lloviendo creía que no habría. Me equivocaba. Tras una hora y media esperando encogidos bajo el paraguas conseguimos entrar.
La entrada costo 13€ por persona y 5€ la audioguía, que aunque la narración se hace un poco pesada a veces, da información útil para entender un poco más el lugar.
Desde luego que la visita fue «curiosa», por decirlo de alguna forma. Todo estaba lleno de huesos y calaveras bien ordenados, haciendo formas incluso. Si te llama la atención estas cosas esta bien pero si no, no la recomendaría. Es casi todo el trayecto lo mismo, solo en una sala hay paneles informativos. Además el ambiente era muy húmedo y al estar ya algo mojados, por ultimo estábamos deseando salir de allí.
Como seguía lloviendo, nuestra segunda opción como visita cerrada era el centro Pompidou donde hay una galería de arte de la que nos había llamado la atención. Ya no solo por su arquitectura exterior, sino por ser obras más modernas.
Lo primero que hicimos fue tomarnos un café para entrar en calor y sentarnos un poco. Pagamos 5€ por dos cafés que no lo merecían, pero que nos sentaron estupendamente. Estando en París tampoco nos íbamos a quejar.
Las entradas costaron 14€ por persona y sinceramente no las supimos aprovechar. No entendemos de arte, por lo que no lo pudimos apreciar tanto como otras personas. Pero si que paseamos un rato viendo pinturas llamativas, diferentes, algunas un tanto locas y otras que no me hubiera importado tenerlas en mi salón.
Ya era de noche y no paraba de llover. Aunque el tiempo no nos había dado ni una tregua, habíamos aprovechado el día todo lo que pudimos. Fuimos en busca de un supermercado cercano a comprar algo para cenar y para desayunar al día siguiente y pusimos rumbo al hotel. Con unas ganas horrorosas de darnos una ducha caliente y caer rendidos en la cama.
Mañana seria otro día, un día que llevábamos mucho tiempo esperando… Y no daban lluvia!
